lunes, 26 de diciembre de 2011

Capitulo 8. Espejo ( Parte 1 )


Caminamos hacia la estación sin tener ninguna pausa por el camino mientras el viento del otoño nos golpea sin cesar, las hojas marrones iban cayendo poco a poco, levitando y dejándose llevar por cada ráfaga de viento, mientras los pájaros se refugiaban en las copas de los árboles…

-¿Tendremos que sacar los billetes antes?
-Ya los tengo sacados.
-¿Los dos?
-Claro.
-A si que sabias que aceptaría
-Algo así
-¿Por qué no paramos a almorzar antes?
-¿No querías ir primero a Madrid?
-Si…
-Pues comeremos allí, no tenemos tiempo que perder
-Esto es importante entonces
-Ni te lo imaginas

Continuamos caminando hasta llegar a la estación, Ángela saco dos billetes de su bolso y se lo entrego a la cajera, pasamos por el primer y el segundo vagón hasta que llegamos al tercer vagón donde nos sentamos. El tren se puso en marcha, se mantuvo el silencio durante los primero quince minutos, Ángela no paraba de mirar hacia la ventana, como si quisiera encontrar algo más que el cristal que podíamos ver.

-Con respecto a lo que tienes que contarme… ¿me puedes adelantar algo?
-No es buen lugar.
-¿Nada de nada?
-Tienes que ver con la marca de nacimiento que tienes por tu cuerpo
-Ehmm… te equivocas, no tengo marca de nacimiento, solo tengo un pequeño tatuaje en el brazo, que me lo puso mi madre adoptiva, cuando tenia nueve años, me explico su significado, significa aire.
-Si no me equivoco, es un triangulo, ¿no?
-Ehmm.. si, ¿Cómo lo sabes tu?
-Porque no es un tatuaje es una marca de nacimiento, tu madre adoptiva no iba mal encaminada con su significado: ‘aire’, no todo el mundo posee esa marca de nacimiento, eres un ‘privilegiado’ si se puede decir de esa forma
-Espera, espera, ¿Qué has dicho?
-Lo que has oído, y habla mas bajo, la gente no tiene porque enterarse de todo, te he dicho que te lo contare cuando lleguemos a Galicia.
-Confió en ti –sonreí-

Ella me cogió de la mano y recobro de nuevo el silencio en aquel vagón, su mano se mantuvo con la mía durante todo el viaje. De repente paro el tren y nos bajamos.

-Pues bueno, tu dirás a donde vamos
-Iremos a mi casa, tengo que recoger algunas cosas
-Me parece perfecto, ¿te importa si…?
-¿si que?
-Si me cojo de tu brazo
-Sin problemas, hazlo – se cogió a mi brazo y apoyo su cabeza sobre mi hombro mientras caminábamos –

Durante todo el trayecto desde la estación de tren hasta llegar a mi casa, una media hora a ritmo semi rápido, se mantuvo agarrada de mi brazo y con su cabeza apoyada sobre mi hombro. En ese trayecto sentía como si fuéramos el centro de algo, como si alguien nos estuviera observando o admirando, pero me di cuenta de que eso era imposible pues a cualquier persona que mirara, nadie se fijaba en nosotros era como si no existiéramos, supongo que tenia ese sentimiento debido a que pocas veces una chica se hubiera cogido de tal forma a mi, era momento de disfrutar durante esa mas de media hora de trayecto. Pasamos por unas pizzerías, y por unas tiendas de ropa, pero Ángela no hizo ningún movimiento permaneció quieta, con lo ojos abiertos, supongo que disfrutando tanto como yo disfrutaba de aquel paseo.
Cruzamos el último paso de cebra, y giramos toda una calle hacia la derecha dejando atrás el palacio de Congresos, mantuvimos esa dirección durante los últimos 15 minutos.

-¿Estas cansada?
-No, estoy bien
-Si quieres podemos parar a descansar y nos tomamos algo
-No tengo muchas ganas
-Por lo menos me permitirás que te haga de almorzar en mi casa, ¿no?
-Eso si lo acepto, tenemos tiempo hasta las ocho, que sale nuestro tren
-Perfecto, ¿Qué quieres que te haga de comer? –esbocé una sonrisa-
-cualquier cosa que me hagas, me la comeré, siempre y cuando este buen – y se echo a reír –
-¿Me estas llamando mal cocinero?
-Eso habrá que verlo –volvió a reírse-
-Te demostrare lo buen cocinero que soy – me reí junto a ella –

Me apretó del brazo del brazo mas fuertemente y volvió a relajarse.
Después de cuarenta minutos llegamos al portal de piso. La fachada esta intacta y eso que era un edificio algo viejo, en los balcones de los vecinos, yacían multitud de plantas buscando el sol de Madrid, pero ahora encontrarían poco porque estábamos entrando en Invierno, apenas le quedaban cuatro días para que comenzara.
Subimos dos pisos en el ascensor, y nos paramos junto a la puerta numero 23.

-¿Esta es tu casa?
-Ehmm.. Si, ¿Qué te parece?
-La puerta es muy bonita – y empezó a reírse –
-Vaya pregunta, - saque las llaves y abrí la puerta -, Pasa, siéntete como en tu casa
-Lo haré, dalo por hecho – continuo con su risa –

Nada mas entrar se sentó en el sofá y encendió la televisión.
Yo fui directamente a la cocina, y me puse a cocinar, abrí la nevera y busque cualquier condimento que me sirviera para hacer el almuerzo, debido a los alimentos que tenia utilicé la opción de hacer macarrones con natas, con un saber algo exótico.
Pasada una hora la comida estaba lista. Ambos nos sentamos en la mesa. Durante el almuerzo no hubo muchas palabras, no quería preguntarle acerca de mi supuesta marca de nacimiento y lo que esto conllevaba prefería que disfrutara de la comida.

-Jake, no sabia que cocinaras tan bien
-Ni yo, hazme caso
-Estos macarrones estaban buenísimos
-Gracias por el halago
-Estoy algo cansada, ¿me permites que me eche en el sofá?
-Faltaría menos.

Ángela se dirigió al sofá, se le notaba cansada, había viajado mucho durante este corto periodo de tiempo, yo termine de recoger la cocina y de fregar los platos, cuando termine me senté en el sofá, coloque su cabeza sobre mis piernas y me puse a acariciar sus pelos, con el reflejo del sol parecían dorados, mientras la acariciaba termine por quedarme yo también dormido.

-Jake, Jake, despierta, son las siete y cuarto, tenemos el tiempo justo para ir a la estación
- -abrí los ojos y mire el reloj- Joder, me he quedado dormido
-Nos hemos quedado dormido, mejor dicho
-Ve bajando, te cojo ahora en el portal
-Vale, no tardes

Me levante corriendo y fui hacia mi cuarto recogí un bolso negro que tenia preparado con rapas y algunos accesorios de primera necesidad, cogí las llaves del coche y cerré la puerta. Baje las escaleras corriendo.

-Vamos para el garaje
-¿Para que?
-Para coger el coche
-¿Tienes coche?
-Pues si, déjalo así

Los dos corrimos hacia el garaje, nos montamos en mi Citroen C4, y pusimos rumbo a la estación, tardamos exclusivamente 20 minutos, el tiempo justo para cobrar nuestros billetes y entrar en nuestro vagón.
Nada mas bajar del coche, pasamos por caja y pagamos los billetes, cruzamos las puertas eléctricas y por mala suerte en una de esas puerta se me engancho la camiseta, yo no me di cuenta y continué tirando, la camiseta se rompió y dejo al descubierto el triangulo que yacía encima de mi codo izquierdo, en ese momento mire a Ángela, y su cara describía temor, mire hacia atrás y vi a un hombre acelerado que intentaba adelantarse a los cientos de personas que había allí, estaba encapuchado, todo de negro, pude ver una nariz punzante y unos ojos azul mar, que me miraban con ansias, entonces escuche…

-¡ES EL!